Durante esta etapa de aislamiento es probable que, para algunas personas, permanecer en casa pueda incrementar el riesgo de caer en conductas perjudiciales para su alimentación.
Los hábitos se modificaron, aquellos que viven solos pero salían a trabajar y tenían una vida socialmente activa, ahora se encuentran sin estas posibilidades, y los que conviven, se encuentran teniendo que compartir las 24 horas diarias. Esto genera consecuencias, obviamente, según la vulnerabilidad psíquica de cada uno, la fragilidad emocional y aún más si la persona tenía alguna patología previa relativo a lo alimentario.
La ansiedad, el aburrimiento, la incertidumbre, la angustia son disparadores que impactan directamente en una conducta relacionada a la comida, recurriendo a la misma como vía de escape para tapar esa emoción. La comida funciona así como el recurso para gratificar, premiar, calmar la tristeza o el vacío.
En aquellas personas con miedo excesivo a subir de peso, el hecho de tener la comida más a mano o guardada en las alacenas, sumado a la circunstancia de no poder salir a realizar actividad física planificada, ponen de manifiesto cambios en su estado de ánimo, mal humor, irritabilidad, encierro en el momento de sentarse a comer, reducción de las porciones.
En otros casos, el acopio de comida favorece el “picoteo y los atracones” provenientes de exceso de ansiedad, y un consecuente aumento de peso.
¿Cómo hacer para regular estas emociones que llevan a tener conductas que repercuten directamente en el estado anímico, provocando culpa, malestar y consecuencias no deseadas en el cuerpo?
Algunas recomendaciones para generar buenos hábitos:
• Elaborar un plan que priorice una alimentación equilibrada incluyendo todos los grupos de alimentos y respetando las cuatro comidas diarias.
• Apelar a colaciones saludables.
• Planificar las compras.
• Mantenerse hidratado.
• Tener un buen descanso diario.
• Realizar actividad física de manera moderada, evitando así también la posibilidad de lesiones.
• Quienes estén solos, es necesario que mantengan comunicación con amigos y familiares a través de la tecnología.
• En el caso de aquellos que convivan en familia, ésta debe convertirse en sostén y apoyo.
• Procurarse momentos recreativos diarios: leer, mirar películas, escuchar música o aprender algo nuevo.
Equipo de Trastornos de la Conducta Alimentaria / Centro Medicus de Salud Mental